Rusia: Nuevo ciclo de programa de la Voz de Rusia "1812, historia de una guerra europea " → Primera parte


19.05.2010, 11:22
Alejandro I de Rusia Photo: RIA Novosti

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Hoy comenzamos el ciclo de programas, titulado "1812, historia de una guerra europea". El autor de este ciclo es Dimitri Minchenok.
Francia. París. 15 de diciembre de 1809.

Residencia de Napoleón en los Campos Elíseos.
Aquel día, en la sala principal del palacio de Napoleón ocurría algo increíble, pues reinaba el alboroto por doquier. Los asustados cortesanos corrían de la parte masculina del palacio hasta la femenina. El motivo de tal ajetreo era más que justificado. Ante la presencia de los dignatarios superiores del imperio, y de toda la familia imperial, el "César francés", Napoleón Bonaparte anunció su determinación de divorciarse de la mujer más conocida del imperio, Josefina Beauharnais. El protocolo del divorcio debía ser firmado a las 14 horas de ese 15 de diciembre ante la presencia de las máximas dignidades del imperio.
***
El embajador de Rusia en Francia informó de lo acaecido en París tres días más tarde. La noticia fue acogida en el palacio de Alejandro con bastante indiferencia, y más comentada en la mitad femenina que en la masculina del palacio. Al emperador Alejandro I le inquietaba algo distinto. Habían transcurrido cuatro años de la derrota de las tropas rusas en Austerlitz. El equilibrio de fuerzas en Europa estaba alterado, aunque sus protagonistas seguían siendo solo cuatro: Inglaterra, Francia, Austria y la gran Rusia. Sin duda que las cartas de triunfo estaban en manos de Francia, pero, ¿a quien comenzará a "hundir" primero: a Austria, Gran Bretaña o a Rusia?-, se preguntaba Alejandro, quien no había forma de que olvidase su vergonzosa huída del campo de Austerlitz.
***
Las respuestas de los consejeros eran difusas. La hostilidad entre Francia y Gran Bretaña se mantenía invariable. Por consiguiente, no cabía confiar en una alianza entre ingleses y franceses. Pero, ¿a quien elegiría Napoleón como su aliado en Europa? ¿A Rusia o Austria? Si a Rusia, sería el final para Austria. Si por el contrario, a Austria, Napoleón tendrá las manos libres para ensañarse con Rusia. Ante cualquier cálculo, el futuro de Europa se presentaba nebuloso. Alejandro no sabía entonces que tendría que esperar muy poco la respuesta a esa pregunta tan inquietante.
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El embajador de Rusia en Francia informaba en su nuevo despacho que Napoleón continuaba escribiendo cartas amorosas a Josefina, al palacio en Malmaison, donde después del divorcio se retiró la abandonada emperatriz.
En París circulaba un aforismo, expresado supuestamente por Napoleón a Josefina, antes de que perdiera la conciencia: "Los políticos no tienen corazón, sino la cabeza solamente". Para todos estaba claro que el divorcio era formal. El corazón de Napoleón seguía perteneciendo a Josefina, la ex de seis años mayor que Bonaparte. Pero, el gran imperio exigía un heredero. Y cuando estaba claro que Josefina era estéril, su posición en el palacio se redujo a la nada.
***
En el despacho siguiente, Alejandro preguntaba a su embajador cuáles eran las causas verdaderas del divorcio y cómo debía ser la que Napoleón desea como su nueva elegida. La respuesta del embajador más parece un chismorreo de alcoba. Según información obtenida de un favorito del emperador, el ministro de Exteriores del imperio galo, Charles Teyllerand, el asunto de divorcio se planteó con singular agudeza después del frustrado atentado que Napoleón sufriera en Viena. "Si algo ocurre conmigo, es necesario que haya a quien pueda dejar mi imperio", declaró Bonaparte a alguien de su entorno.
Napoleón Bonaparte no temía a la muerte. Cuando después de su muerte fue lavado el cadáver, en este encontraron cicatrices de heridas de las que no se tenía conocimiento hasta entonces. Es evidente que, en sus días ocultó estas "otras" heridas a fin de no desconcertar a los soldados en combate, para lo que contó con la ayuda de su entorno, a quienes ordenó guardar silencio. Fueron pocos los que se enteraron del atentado en Viena, ni siquiera los vienenses. Pero, en su informe, el embajador ruso en Francia revelaba estar muy bien informado.
El 12 de octubre de 1809, Napoleón pasaba revista a la guardia en Viena, ante el palacio de Schoenbrunn. Para esas revistas llegaba en general y se celebraban, sobre todo en los días fiesta, ante el nutrido público que quería ver a Napoleón, el que despertaba por doquier una curiosidad inextinguible. Napoleón permitía la presencia de público en las revistas, además que, en general le gustaba Viena por su sumisión plena. Pero, nadie esperaba lo que ocurrió más adelante. He aquí lo que escribió sobre el particular el historiador ruso de renombre, académico Evgueni Taple.
"Aquel 12 de octubre llegaba a su término la revista cuando, inesperadamente, un joven bien vestido se abrió paso entre los equinos de la comitiva y con una petición en la mano izquierda se acercó hasta el caballo del emperador. Pero, fue interceptado antes de que lograse blandir una larga daga afilada.
Napoleón deseó ver al arrestado al término de la ceremonia. Resultó ser un estudiante sajón, Staps, de Naumburg. -¿Por qué me quería asesinar? -Considero que mientras vuestra majestad esté vivo, mi patria y todo el mundo no conocerán la libertad ni la tranquilidad, fue la respuesta. -¿Quién le enseñó eso? - Nadie, respondió. - ¿Acaso eso les enseñan en la universidad? - No, su majestad. -¿Usted quiso ser Bruto?... El estudiante no respondió al parecer porque, Napoleón señaló más tarde, como que Staps no sabía muy bien quien era Bruto. -¿Y qué hará si lo dejo ahora en libertad? ¿Tratará de asesinarme de nuevo? -, preguntó Napoleón. El estudiante estuvo largamente en silencio antes de responder: "Lo haré, su majestad", fue su respuesta. Napoleón guardó también silencio y se sumió en una profunda meditación. Esa noche se reunió el tribunal militar y Staps fue ejecutado al día siguiente", concluye el académico
Evgueni Taple.
En general, las heridas de bala y el afilado puñal de Staps hicieron su cometido. Napoleón entendía que todo lo creado por él pendía sobre un hilo muy delgado. Y el asunto del heredero se planteó con singular relevancia. Pero, ¿cuál de las mortales podía satisfacer este deseo del "inmortal"?
En el despacho enviado al emperador, el embajador de Rusia escribía que la mujer que cautivara a Napoleón debe ser de mirada severa, nariz recta y de cabello negro: ese era el retrato de Josefina Beauharnais.
Por otra parte, las damas adjuntas al palacio de Alejandro afirmaban que la favorita reciente de Napoleón, la polaca María Valewska era rubia, de rostro redondo y de nariz un poco chata. Lo único que unía a estas dos mujeres, tan diferentes entre sí, era la escasez de inteligencia, escribía uno de los coetáneos de Napoleón. En principio, era definitivamente imposible entender como debía ser la nueva elegida de Napoleón. Con esta frase terminaba el embajador ruso en París su despacho para el emperador Alejandro.
Nadie sabía lo que vendría más adelante, ni mucho menos el emperador Alejandro. Asimismo, nadie sabía cuan pronto iba a terminar la frágil paz con Rusia.
Faltaban poco más de 900 días para el 24 de junio de 1812, el comienzo de la guerra con Rusia.
Hasta aquí la primera edición del ciclo de programas de Dimitri Minchenok, titulado, "1812, historia de una guerra europea". Les invitamos a escuchar la continuación de este relato el viernes, a esta misma hora y punto del dial.

Fuente: La Voz de Rusia
1812, historia de una guerra europea → Primera parte
(Yimber Gaviria, Colombia)

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